sábado, 6 de mayo de 2017

¡Enjaulados! (Cage + Lorraine Cross + Prometheus. Sábado 29/04/2017, Sala Paberse Matao, Sedaví, Valencia)

Normalmente, en cuanto veo algún concierto de esos tan interesantes que se salen, lo ficho al momento en mi “Metalagenda” (que por suerte, últimamente va cogiendo mucha vida). El problema es que a veces pasa tanto tiempo que casi ni me acuerdo, por eso se podría decir que, a pesar de haberlo visto hace bastante tiempo, este concierto me vino casi por sorpresa llegado el día (el fin de semana pasado). Sin embargo, qué más da. Un concierto siempre equivale a felicidad, y más después de la época de sequía que he pasado (y es que hay que ir siempre A MUERTE). Nada mejor para celebrar la recuperación de estas semanas con un triplete que resultó mortal, variado, y sobre todo un gustazo para oídos y cuello; ambos terminaron reventados. Con bastante confusión respecto a la hora de apertura / comienzo de los conciertos, fuimos a última hora bastante de culo, con el tiempo pisándonos los talones, tras una larga y fructífera tarde de “despilfarro” comercial. La sala que acogía este evento tan poderoso no era ni más ni menos que la prolífica Paberse Matao, una sala humilde, pequeña y con pocos medios, pero más auténtica que la gran mayoría de las que hay repartidas por toda la comunidad. Tendrá poca cabida y no podrá albergar a grupos de primera fila por motivos de aforo, pero al menos nunca para de mover el culo, y es difícil encontrarse un fin de semana en el que no organicen alguna movida, la mayoría altamente atractivas. Pero lo del sábado pasado ya se salía de madre (y para el domingo, traerían a Timmo Tolkki, además). Acoger una fecha de la gira de los nunca bien reconocidos Cage es una de las mejores ideas que se les ha podido ocurrir a los de la sala.

Un grupo cuyo discreto éxito en nuestro país les lleva a moverse por circuitos de segunda fila, pero con un potencial y una capacidad de sorprender descomunales, que no es difícil ver en muchos de los grandes festivales a nivel mundial, y es que llevan muchos años machacando escenarios a sus espaldas. Por otra parte, también tenemos en el cartel a Prometheus, otros veteranos de la escena, esta vez nacional, con su Heavy Metal clasicote, heredero directo de las grandes bandas de Metal de los 80. Finalmente, y más desconocidos ya, Lorraine Cross completaban el triplete con un estilo bastante difícil de clasificar, con tan solo un disco, pero buenas aptitudes para el directo.

Así pues, con el coche cargado hasta los topes de bártulos, llegamos y aparcamos casi en la misma puerta de la Paberse. Fue una lástima que todo fuese tan precipitado, ya que apenas pude avisar a nadie de que iba a estar allí. Por suerte, uno sabe por experiencia que en un concierto de calidad como este es fácil encontrarse a peña guerrera habitual, y allí nos encontramos al colega Popi, junto a su compadre Cesar, sin duda gente cojonuda para disfrutar junto a ellos de un gran concierto como este, rodada y sobre todo decidida a no rendirse nunca, como debe de ser siempre.

Los valencianos Prometheus ya son una banda de “andar por casa” (en el mejor sentido) por esta sala. He visto cantidad de conciertos anunciados y estos figuran en muchos de ellos. Incluso he tenido alguna oportunidad de verles, pero esta iba a ser mi primera vez. Reverenciados y aclamados antes incluso de salir al escenario, empezaron con unos temazos que realmente demuestran la actitud que se gastan, la forma en la que se mueven, y sobre todo demostrando con hechos la pasión que sienten por este rollo. El destino del mundo, su faceta más trallera y clásica a la vez, subió ya unos cuantos grados la temperatura de la sala, pero demostraron tener más de un registro (y más de dos) cuando sacaron a la palestra uno de los temas que más me moló: Blasfemia, con ese comienzo 100% Maiden, desarrollándose hacia un potente medio tiempo de riffs calienta-cuellos. Su propio club de fans estuvo en las primeras filas metiendo caña desde el primer minuto, y se nota que es una banda muy querida. De hecho, sus componentes no son precisamente novatos del tres al cuarto, no es la típica banda de chavales, y esto se demuestra con la clase y el clasicismo que exponen sobre un escenario. El sonido les acompañó bastante, faltando algo de potencia a la caja de la batería, pero las guitarras crujieron a base de bien nuestros oídos. Un concierto con una banda tremendamente compenetrada, juntándose ahora, yendo cada uno a la suya después, y volviéndose a juntar para terminar al compás cualquier tema, mientras seguían disfrutando (y haciéndonos disfrutar a tope) con Enfrentado a la muerte, Fuera de control, Sangre en las manos… caña sin excesos técnicos hollywoodienses, pero sin concesiones y sin carecer de grandes recursos, especialmente notables en los solos, rápidos y claros, apasionados y muy adictivos, fruto de la energía con que son interpretados. Y es que se podía casi respirar el hecho de que ponen absolutamente toda la carne en el asador en cuanto a tocar en vivo se refiere. Les gusta lo que hacen, lo hacen de puta madre, y lo hacen con muchísimo énfasis. Estuve muy pendiente del show y ahora sé porque es una banda que ha despuntado bastante en estos últimos años, no por haber inventado la quinta esencia del Metal, sino por que dentro de su clasicismo, tienen una actitud arrolladora, creen en lo que hacen, y eso, tanto en el Metal como en la vida, es fundamental. Perder la actitud y la identidad significa la muerte del individuo, pero a ellos por suerte todavía les quedan muchos años. Rozando el final, fue una grandísima y agradable sorpresa, cuando nos hablaron de sus influencias (que están muy claras, nadie lo duda), pasaron por Sangre Azul, y precisamente de ellos cayó un cover de No eres nadie, un clásico del mejor glam / hair nacional. Siguiendo, ya para decir adiós, con caña proveniente de su última grabación llamada “Dragón y Titán”, un tema lleno de fuerza llamado Hasta el final, con una letra llena de orgullo y puro Acero. Particularmente me dejaron muy convencido, la verdad, puedo decir que mi primera vez con ellos fue todo un triunfo.

El grupo más desconocido de la noche, como he dicho al principio, se trataba de Lorraine Cross, unos franceses (esta vez sí un poco más principiantes jeje) que Cage parecen haber elegido para su gira por nuestro país. Lo poco que pude escuchar me sonó bastante bien, pero me dejó un tanto descolocado. Por una parte, la caña que meten en algunos temas supera con creces al “grupo medio” de Heavy Metal, a pesar de no tener un sonido excesivamente pesado. Por otra, el look de algunos de sus componentes se acerca más al Heavy / Hard, pero a primera escucha descubres que poco o nada tiene que ver Lorraine Cross con este rollo. Sin embargo, como siempre mola descubrir cosas nuevas, tras un pitillo rápido y unas cuantas risas (con unos cuantos chistes macabros incluidos jeje), entramos de nuevo a la sala, que encontramos muchísimo más llena que al principio. La gente se iba animando a llegar y aquello cobraba más vida a cada minuto que pasaba. Sin embargo, poca gente osó congregarse entre las primeras filas en la actuación de los franceses. Su sonido no mejoraba demasiado respecto a Prometheus, pero nada más entrar volví a percibir esa caña rápida y frenética que escuché antes en alguno de sus temas. En ellos se percibe una pizca de power, pero con un aire más clásico, sin llegar a la exuberancia del estilo europeo, y también algo de speed, que enfatizan en alguno de sus cortes, con una subida de ritmo exponencial que puede pasar de 10 a 100 en un segundo. Su vocalista Tony posee un registro bastante alto, capaz de interpretar temas casi de cualquier estilo, una voz bastante versátil. En cuanto nos situamos enfrente de las tablas, ya pudimos escuchar algún pedazo de grito, aderezado con los chirridos de las guitarras de sus colegas Stehpane y Paul DK. Desafortunadamente, el cantante no estaba en su mejor noche. Al principio apenas se apreciaba, pero conforme corrieron los minutos, su dolencia empezó a pasarle factura, hasta el punto de que al final se colocaba la mano en la garganta. Sin embargo, en ningún momento cedió en su empeño de terminar el concierto con total integridad, ojo. En general, aunque casi nadie les conocía, consiguieron atraer a casi toda la gente (aunque nunca a todos a la vez jeje) y cuando se creaba un vacío se llenaba otro. Su simpatía y empeño fue loable, sin duda. Con tesituras muy Heavy, nos presentaron el tema que da lugar a su único clip, At close range, rápida y mortal, agresiva y directa, una de las que más gustó por su trepidante ritmo. Mientras el vocalista iba de aquí para allá a toda mecha, la banda no cesaba en su headbanging continuo. Por cierto, no dejéis de ver el tronchante videoclip, en el que se muestra a un tipo torturado con Heavy Metal, literalmente jeje. Lorraine Cross, su tema homónimo, comienza con un interesante aire hímnico para ir transformándolo en compases más guitarreros y veloces. Me quedo con la simpatía de la banda y con algunos solos cojonudos y muy virtuosos, a pesar de que en general me costó un poco (sobre todo al principio) cogerles el punto. Finalmente, el vocalista se disculpó por el estado de su voz, pero el público fue muy comprensivo y habiendo disfrutado con ellos en general, no merecían otra cosa que un buen aplauso.

Ya lo he nombrado alguna vez, pero una de las cosas que más me gusta de esta sala, a parte de que suelen traer grupos de esos que son diamantes en bruto que poca gente conoce, son los precios en general. Gastarse 3 pavos en una cerveza se agradece muchísimo, te la bebes a gusto y no te quedas con la sensación de que te han extirpado el puto hígado cada vez que te apetece echar un trago. Porque hay cada ladrón por ahí que se merece todo lo que le pase. Y al final, realmente no van a ganar una mierda. De esta forma, uno paga su entrada, paga sus cuatro cervezas, pasa un rato de puta madre y llega a su casa sin dolor de cartera y con un gran sabor de boca en general.

Sirva este último párrafo para desahogar mi ira con ciertas salas jejeje, pero ahora vamos al grano, a lo que realmente interesa, al EPICENTRO de esta noche tan animada con mi chica, dos buenos colegas y Metal a kilotones. Porque los norteamericanos Cage estaban a punto de entrar a repartir leñazos a diestro y siniestro. Justo, entramos a la sala y empiezan su particular guerra. No hizo falta presentación, tan solo unos cuantos hostiazos sónicos de la talla de Shoot to kill (nunca mejor dicho) o Am the King para poner ‘On Fire’ al personal, cargadas de doble bombo y unas guitarras mega-agresivas. Y lo mejor de todo… ¡¡qué sonido, señores!! Espectacular, y más todavía cuando, en solitario, me metí entre las primeras filas para empezar a sudar a base de headbanging.  Los temas más contundentes y con más ametralladora de bombo, como Helldestroyer, te hacían explotar la cabeza, y el calor que hacía allí dentro contribuía de lo lindo a ello. El vocalista la empezó con un pedazo de agudo que no sé como no reventó los espejos que tenía a izquierda y derecha, para, a golpe de cabezazo, continuar exhibiendo ese chorro de voz tan impresionante. Y es que el nombre de Sean Peck, a quien el nombre de este último tema mencionado otorga su apodo, no debería tomarse a la ligera. Hablamos de una de las mejores voces del Heavy Metal de nuestro tiempo, con una potencia y una altura que puede considerarse uno de los hijos legítimos de de Halford o King Diamond.

Con mucha mala hostia y con más Heavy Metal que el puto Satanás, War of the Undead conquistó de primeras a los pocos que todavía no se enteraban de que iba esto. Un auténtico puñetazo en las tripas, con unos gritos a cargo de Peck estremecedores, y una vorágine destructiva en la batería a cargo del ‘destroyer’ Sean Elg. ¡Menudo fichaje el colega! Vaya furia a la hora de aporrear, y menuda actitud, todo el bolo machacando los palos con un ritmo de headbanging frenético, tanto como los ritmos que se marcaba. El calor aumentaba, literalmente, hasta niveles infernales, pero el bueno de Sean, bromeando con que hacía frío allí dentro, no se molestó ni siquiera en quitarse la chupa. Joder, eso sí que son pelotas de acero, colegas. Mientras Beholder continuó machacando cuellos (muy buenos los coros, y muy buenas guitarras también, por cierto), Kill the Devil subió aun más la intensidad, suponiendo uno de los puntos álgidos de la noche, y es que me encanta este puto tema. METAL, con mayúsculas, en cada una de sus notas, con distintos registros por parte de Sean y unos riffs aplastantes, casi tanto como la exagerada musculatura de Dave ‘Conan’ García, un auténtico monstruo, y no solo por como tocaba, sino por su acojonante envergadura jeje. Parecía que sus bíceps iban a estallar de un momento a otro, pero lo que no paraba de volar era su melenaca, al mismo tiempo que combinaba sus tralleros solos con su compañero Casey Trask. Gracias al sonidazo del que todos disfrutamos en su concierto, las guitarras desempeñaron un papel fundamental. Y es que se escuchaba hasta el último crujido de sus cuerdas, en esos solos ultra-agudos que se metían directos al tímpano. No tardó mucho, hablando del tema, en situarse Casey (principal solista, en verdad) en medio del escenario para dedicarnos un flipante solo de esos que se te pierden los dedos de vista. Espectacular.

La fiesta no se detenía, el concierto había cogido un ritmo desquiciante del que no podía bajar. Sean Peck cada vez más metido en el papel, sudando como un cabrón y soltando ese chorro de voz en temas como Metal Devil o Final Solution. Asistíamos, para mal o para bien, al último concierto de su inmensa gira, que les ha llevado a recorrer Europa casi enterita, con varias fechas en cada país. Quieras o no, eso tiene que agotar, y a Sean empezaba a notársele el cansancio con el concierto bien entrado en la segunda mitad, o mejor dicho, a su voz, porque él seguía siendo un torbellino sobre el escenario, un auténtico rodillo de pinchos que arrasaba toda a su paso. Chupacabras, una de las composiciones más celebradas de la banda, sonó divertida y maligna al mismo tiempo, y fue una de las favoritas de todo el mundo. Pero la voz, ante un tema tan bestia y exigente, continuaba resintiéndose. A pesar de no llegar a perder su intensidad, cada vez con más frecuencia Sean tosía y no se le veía del todo a gusto. Ni que decir tiene que, como profesional que es, continuó castigando su garganta hasta el final. Y nada más y nada menos que con una fulminante versión de The Sentinnel (Judas Priest). No podían haber elegido otra más jodida de interpretar jeje. ¿Qué decir? Que fue uno de los momentos de mayor locura del concierto para mí, y que la sensación fue muy buena, sobre todo en el solo de Casey (que me pareció un pedazo de guitarrista en directo) y en el papel del batera, ¡¡atronador!! Sean Peck estuvo lejos de ser Halford, las cosas como son, pero en tonos medios fue implacable, y se defendió como pudo en los agudos. Esta tenía que ser, en teoría, la despedida con su público, pero no les hizo falta mucha insistencia para seguir con su descarga, esta vez con Wings of Destruction. Cuando se volvían a querer ir, la gente les aclamaba y pedía más. ¡Yo personalmente ya tenía el cuello como un jodido muelle y no podía parar! Así que volvieron a la carga con Black river falls, otra bestialidad de tema (con muchas influencias de Mercyful Fate), Heavy hasta la médula, con guitarras gruesas y afilado como una puta flecha, que puso en movimiento de nuevo a toda la peña, que a estas alturas ya iba a morir. Y ahora sí, con la también aclamada White Magic, conocida y coreada por todo el mundo (¡¡turn into black!!), y muy agradecidos, nos dijeron adiós, insistiendo en que había sido un fin de gira brutal.

Recuerdo que, hace más de 10 años mínimo, sí que llegué a ver dos temas del final del concierto en un festival, en Granada si no me falla la memoria, y me quedé a medias. Ahí fue cuando les conocí, pero hasta el sábado pasado no había podido satisfacer al 100% mis ganas de verles descargando en todo su esplendor, y nunca mejor dicho, porque fueron absolutamente devastadores.

Tocaba quizá el momento “menos bueno” de la noche, el de despedirse de los colegas (hasta esta noche, precisamente, cuando nos volvemos a ver en Storm Metal Fest) y emprender el camino de vuelta, acompañado por mi chica. Por suerte, llegar y volver a la Paberse Matao es un paseo de poco más de una horita que, con los recuerdos latentes de un gran concierto y con buena compañía, como siempre, se hace muy llevadero (a pesar de que siempre hay alguna pareja de hijos de puta empeñada en cortarte el vacilón, cosa que no consiguieron).

En definitiva, muy grande la Paberse Matao, muy grandes Cage, Lorraine Cross y Prometheus por hacernos pasar una enorme velada de las que uno tarda mucho tiempo en perder recuerdos.

Esta noche, mucho más.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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